Los jugadores de caballos nos volvemos sabios
luego que suceden las cosas. Nos decimos que teníamos los 6 de la suerte pero
que finalmente no hicimos el cuadro porque se nos cruzó la información. El
problema de fondo del apostador es la inconsecuencia en nuestras decisiones y
el desespero en que la mayoría de las veces actuamos. Casi nadie se atiene a un
plan de juego porque la dinámica de la apuesta en las carreras es vertiginosa y
los resultados impredecibles y aleatorios. Además, jugamos con un dinero que la
mayoría de las veces no nos alcanza o que en todo caso estaría comprometido en
asuntos domésticos. Jugar con miedo y perder es una tragedia para quién
apuesta, y es lo normal, por eso la "casa siempre gana". El que pierde se desespera y busca un desquite inmediato que en la
mayoría de los casos ahonda aún mucho más en las pérdidas monetarias. Yo como
jugador he experimentado con casi todas las metodologías y concluyo diciendo
que soy un feliz y pertinaz perdedor. La
suerte lo es todo en el juego de los caballos, y el saber morir en nuestra
propia ley con personalidad propia, hasta que nos convenzamos que determinados
procedimientos de elección y apuesta son más efectivos que otros. Además, hay pasiones que matan, y el hipismo es una de ellas.
Saludos
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